Cuando tengo miedo, no necesito hablar, lo único que quiero es esconderme en ti, que entre mis brazos quepa tu cuerpo y mojarme en tu olor. Cuando pasas, cuando me rozas es como un momento de vida ganado, una sonrisa que es imposible esconder y todo está bien. Mi miedo, mi debilidad desaparecen y me invade una sensación que no quiero perder. Por eso te busco, por todas las veces que me cojes de la mano y me dices no te caigas. Porque todas mis heridas dejan de doler cuando tu las tapas. Y a veces tengo miedo de no ser capaz de estar sin ti.
Pero luego encuentro en una esquina de mi habitación mi orgullo y lo meto en mi mochila y pienso en lo estúpida que soy inventando cuentos de niña y entonces me cruzo contigo y ni siquiera me he dado cuenta y tu me paras sonriente y yo te digo que tengo prisa...
Quizá lo nuestro sea demasiado imposible.
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